Hubiese querido sacar este artículo un viernes o martes 13, pero escribirlo durante una noche silenciosa y templada, con una amenaza de tormenta encima, ya le da suficiente ambiéntación, creo.

3 prompts de escritura y algunos ejercicios creatios sobre terror
Lo más terrorífico de todo es que se corte la electricidad.

El terror ha sido mi género favorito desde la infancia. En esa época agrandaba las orejas para escuchar alguna leyenda oscura que narraba mi abuela. También varias veces llegué a colarme frente al televisor para ver Poltergeist o Pesadilla en la Calle Elm. Si en el colegio alguien narraba una historia de fantasmas, yo estaba en primera fila para escucharla. Cuando descubrí a Edgar Allan Poe en la adolescencia, quedé completamente cautivada.

En poco tiempo pasé de ser una esponja de historias a una creadora. Al principio, solo como narradora oral, por mucho tiempo no quise escribir; mi entorno no simpatizaba con la idea (excepto mi abuela). Así que esa etapa se consolidaría recién en mis años de universidad.

¿Pero qué hay de tan fascinante en el terror? ¿Por qué a las personas les gusta experimentar el miedo? Hay varios motivos. Uno de los más simples puede ser que la atracción del terror, de alguna manera, equivale a lo que también ejercen un paseo en montaña rusa, o salto en paracaídas: hay adrenalina involucrada. Claro, leer un libro o ver una película de terror es más cómodo y menos arriesgado, pero los fines son los mismos. Tenemos esa subyacente necesidad de agitar el sistema límbico hasta que acelere el corazón y suba la presión arterial.

Fuerza siniestra
Si el peligro es real o simulado no importa, lo fundamental es la emoción.

Por esta misma razón también hay gente que detesta el género del terror, igual que hay personas que consideran estúpido subir a una montaña rusa o hacer deportes extremos. ¿Por qué alguien buscaría exponerse a situaciones desagrables, sean reales o imitadas? Para esa pregunta no hay una respuesta muy clara. No es tan simple como decir que nos falta verdaderas emociones en la vida o que nos aburrimos fácilmente. Hasta ahora no he podido encontrar una respuesta lógica de por qué a ciertas personas les gusta el riesgo o el miedo.

A pesar de que no es un género popular (al menos, no lo es si lo comparamos con la aventura, el thriller, la fantasía y el romance), y quizá nunca lo haya sido, es imposible negar su permanencia en el tiempo. Es fácil imaginarse que ciertos mitos y leyendas ya se escuchaban en las cuevas alrededor de las fogatas, cuando el habla era un fenómeno nuevo y la escritura una realidad inimaginable. Historias de terribles fenómenos que acechaban en las sombras, de monstruos implacables y de demonios hambrientos. Historias que han llegado a nosotros de generación en generación.

Porque el miedo es una de las emociones más básicas y más útiles para la supervivencia. Entonces, las historias de miedo desde el principio cumplieron una función que talvez hasta ahora esté presente en las narraciones modernas: advertirnos y prepararnos. A menudo las historias de terror tienen ese componente de «decisición errónea – terrible consecuencia», como una moraleja ante ciertas acciones.

Muchas historias son protagonizadas por personajes comunes que se dejan llevar por alguna debilidad y lo terminan pagando caro; o sin querer se meten en medio de una situación turbulenta y salen afectados. También tenemos aquellos que tienden a ser más «grises» y comienzan a jugar con la oscuridad sin saber lo que les espera. Después de todo, el miedo ha sido una herrmienta útil para la sociedad en términos educativos, por decirlo de alguna manera. Pero también sirve como preparación para la oscuridad que se viene y que se debe enfrentar, el miedo que está allí se debe superar en algún momento.

Consecuencias
Siempre hay que tener cuidado con lo que uno desea.

La psicología se enfoca bastante en esta última función. Algunas hipótesis sugieren que las personas que aprecian el género del terror no lo hacen por disfrutar del miedo, sino lo contrario, lo que se enfoca es en la sensación de experimentarlo y superarlo, de sentirse fuertes ante el desafío. Y opino, de paso, que esas son las personas que dicen «a mí no me dio miedo» después de agarrarse del posabrazos durante toda la película.

Es por eso también que es muy fácil equivocarse al crear una obra de terror, porque no se trata de crear al monstruo más repugnante, ni al asesino más desalmado, ni si quiera de derramar sangre y tripas. Se trata de hacer sentir la inquietud, de despertar el sentido de lo inadecuado, de apelar al valle inquietante acercándonos a una realidad posible, al menos en nuestras mentes. No importa si se trata de un espíritu o un ser de un planeta desconocido, durante esos minutos «aquello» es real y se siente.

Además, el mejor terror tiene una enorme carga simbólica. El punto central no es el monstruo en sí, sino lo que representa: la barbarie del hombre lobo, la inquietud ante la muerte en los fantasmas, la pérdida del control y la identidad en las posesiones demoníacas, la perversión de la forma humana en los payasos, y un largo etcétera. Aunque la situación sea completamente fantasiosa, el miedo representado allí puede presentarse en la realidad bajo otras máscaras.

Horror interno
Excavar en la propia mente puede ser más aterrador que encontrarse con el diablo en persona; especialmente si se lo encuentra allí adentro.

Por eso los clichés duelen en la inteligencia del espectador más que nada. Es demasiado evidente cuando el cineasta o el escritor quiere asustar en lugar de provocar. Y sí, la decapitación de aquel personaje terciario y la deformidad del monstruo pueden hacer saltar de la silla un segundo o dar asco durante medio minuto, pero no hay verdadero terror en eso. No le dejará a nadie con los ojos abiertos hundido en la oscuridad de la habitación preguntándose si al dormir tendrá una pesadilla.

Pero también tenemos que tomar otros factores para separar la obras bien hechas de las que no lo son tanto, porque el terror es un género bastante complicado gracias a la subjetividad del tema. Los miedos son distintos de persona a persona, además de que la desensitivización está más extendida en esta época. Los fantasmas ya no dan tanto miedo por los descubrimientos científicos, las tripas no dan mucho asco porque se ven por todas partes y ciertas situaciones pueden ser un poco inverosímiles para quienes están ajenos a ellas.

Y no es para desesperarse. El creador de obras de terror todavía tendrá bastante campo que explorar mientras siga existiendo el miedo. Solo que debe analizar con más detalle cuáles son los terrores de esta época, a qué le temen las personas en la actualidad, cuál es su miedo más profundo.

El mejor ejercicio creativo de terror
Es más fácil convencer al lector de que le tenga miedo a algo que nosotros también tememos.

Este último punto lo considero como más importante. Después de todo, el terror no es un estudio llano del miedo, es una exploración interna de los propios demonios. En las páginas de Poe se puede transparentar el terror a la soledad, a la pérdida y a los misterios de la muerte. Stephen King prefiere concentrarse en la demencia, la perversión y todo aquello que le consumía en una vida atormentada por las adicciones. Shirley Jackson mostraba el trauma y el abuso. Mientras que Lovecraft… él le tenía miedo casi todo.

En mi caso, todavía mi trabajo de indagación es bastante superficial aún. Es notable como en fantasía y ciencia ficción sé exactamente lo que quiero hacer y adónde quiero llegar. Sin embargo, con el terror todavía no me siento en lo mío, a pesar de que lleve más años trabajando en la temática. Quizá todavía haya muchas puertas sin abrir.

Y ustedes, ¿qué miedos buscan explorar en el terror? O tal vez estén más interesados en la adrenalina que les genera. O quizá tengan otros motivos que no llegué a abarcar en estas líneas. También pueden compartir alguna historia escalofriante que combine con el el tono.

Prompt
A lo mejor es un trauma mío nomás, pero todo se ve más tétrico si pone en blanco y negro.

Muy pronto estaré revelando el producto de mis propias exploraciones por el terror, ciencia ficción y la fantasía en algunos relatos que aparecerán por aquí. Por ahora dejo el teclado para hundirme en la oscuridad nocturna. Hasta pronto y buenas noches.

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